Todas las personas tienen “su época más feliz”. Unos la infancia, otros la juventud, otros la edad adulta y otros en el “jubileo” o jubilación…
Mi caso es especialmente complicado, tengo muchas “épocas felices”, en diferentes etapas de mi vida. Sigo añorando mi escuela y mis compañeros, el liceo, el fútbol, mi primer trabajo o mi primer viaje.
He viajado mucho, por todo el Uruguay, por Argentina o por Brasil, tengo familia y amigos repartidos en muchos lugares, ahora hace 11 años que estoy en España, y aqui también he viajado mucho, conozco Madrid, Barcelona, Sevilla, Salamanca, Coruña o Girona, País Vasco o Cantabria, sin embargo, si me preguntan en que lugar me gustaría vivir los últimos días de mi vida, contestaría; “en mi pueblo”, en Minas de Corrales, el lugar más lindo del mundo. Seguramente allí pasé los tiempos más difíciles de mi infancia, sin embargo también los momentos más agradables, porque eramos felices con poco, con una pelota (de plástico), un balero o unas bolitas (de molle), veranos en el monte, en las lagunas, en contacto directo con la naturaleza y con el aire golpeándome en la cara.
El cine parroquial -si ibas a misa el domingo te daban la entrada para la matiné- los carnavales, los bailes infantiles, y luego más tarde los bailables en el Club 25, los primeros amores, y el corazón aprendiendo a latir más fuerte por una mirada fugaz…
Al pueblo lo llevamos muy adentro, en el alma, pegado a los mejores recuerdos, a los olores, a la frescura y el rostro hermoso de nuestros años jóvenes… Ahh !!, vale la pena recordar y recordando acaricias el tiempo y te quedas un momento prendido en el recuerdo, con esas personas, esos aromas, esas palabras y esas pequeñas historias que nunca has querido olvidar, porque seguramente sean parte de “tu época más feliz”.