EL SENTIR CORRALENSE

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El sentir corralense es la defensa de unas formas y unas maneras distintas y muy propias de hacer las cosas… Cuando alguien se sentía “del pueblo” y lo decía, era motivo de orgullo entre los gurises. Ser del pueblo era nada más y nada menos que estar profundamente integrado con su gente, con sus calles, su geografía, sus costumbres y su cultura.
El sentido de pertenencia a la escuela, al liceo, o a la barra, era fuerte y verdadero. Los vínculos eran sólidos y duraderos, existía la amistad… También el respeto por nuestros mayores, por nuestros padres, por nuestros vecinos, por nuestros maestros o nuestros profesores.
El sentir corralense se resumía en el altruismo del Dr. Davison, o del Dr. Ros, o del padre Bentancour, o de la Srta. Hayde Blanco. En la generosidad de los inmigrantes mineros, ganaderos o agricultores y sus familias, uruguayos que vinieron de muchos lugares, españoles, franceses, alemanes o ingleses. El sentir corralense también tenía un toque de Tacuarembó que se mezclaba mágicamente con el aire de la frontera Riverense. El sentir corralense era como un lienzo sobre el cual se fueron dando pinceladas de colores, de historias y de culturas. El sentir corralense estaba presente en su carnaval, en sus desfiles patrios, sus clubes sociales, su selección de fútbol, sus asociaciones benéficas y sus instituciones educativas.Estaba latente en la mirada orgullosa de cada niño al observar un amanecer o un atardecer cargado de rojos,  y como no podía faltar; también la lenta marcha de la ONDA, saliendo o llegando a nuestro pueblo, mientras que desde los techos del colegio brotaba la música de Mantovani, Serrat o Rafael y como en una radio mágica y cercana; la voz del locutor anunciaba una noche más de cine en el antiguo cine parroquial.
A los 18 años muchos jóvenes levantaron vuelo en busca de su futuro. Algunos volvieron para echar raíces, otros en la distancia aún siguen con su “sentir corralense”. Y los que ya somos abuelos tratando de trasmitir a nuestros nietos aquellas historias extraordinarias que fueron protagonizadas por personas comunes, sencillas, de pueblo, pero con algo diferente:
                              “EL SENTIR CORRALENSE”.