El Puntafina

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Este personaje estaba muy presente en nuestra época de niños, lo relacionábamos con algo misterioso, temible y amenazante… Claro que cuando uno es niño estos fenómenos nos parecen más grandes, más imponentes y más reales. el Puntafina aparecía en horas de la noche y en calles solitarias y oscuras, esas noches sin luna, sin luz y sin cobijo…

Cuentan que su figura alargada, tenebrosa y escurridiza, se movía por el pueblo como un guardían nocturno. Como un carcelero de las sombras, que en la noche, silenciosamente iba cerrando los candados de la luz y la esperanza.

Muchas fueron las personas que cuentan haber sido atacadas, perseguidas o acechadas por ese misterioso personaje. Sus lugares preferidos; el cementerio, la zanja de las pitangueras, la antigua plaza y los antiguos fondos del colegio.

Recuerdo que en aquellas noches lluviosas y oscuras, nos sentábamos, escuchando el crepitar del fuego en la cocina a leña. Iluminados por una vieja lámpara a kerosene. Encontrábamos el momento ideal para escuchar esas historias, adornadas por el imaginario popular y musicalizadas por el viento que soplaba sobre el quincho de paja de nuestro ranchito.

Más tarde cuando se apagaba el cándil amarillo de nuestra lámpara, se consumía el último trozo de madera en la cocina, apagando lentamente la lumbre empobrecida, acurrucado y temeroso, seguía escuchando el viento sobre el techo y la lluvia embistiendo contra la tambaleante puerta. Dormía y en mis sueños la figura alargada de las sombras dibujaba pesadillas tenebrosas… Dormía y en mis sueños, caminaba  silencioso el Puntafina…

Julio César Ilha Rosas