RELATO DE MINAS DE CORRALES (IMR)

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Ubicación: en la Quinta sección del departamento de Rivera, distante 95 km de la capital.Deberá transitar 95km por las Rutas 5 y 29 desde Rivera y 40km, desde Tacuarembó. La Ruta 29, tomada desde el paraje Manuel Díaz, con sus sinuosidades y trayecto por lomas pronunciadas, le hará sentir que comenzó una aventura diferente. Ud. estará disfrutando de un paisaje singular, avistando los cerros Miriñaque y Vigilante, que inspiraron a Osiris Rodríguez Castillos en sus versos “De Corrales a Tranqueras”. En su cima podrá apreciar variedades de palmeras enanas, especies únicas.

Durante el trayecto, a su izquierda, avistará la Usina de Cuñapirú, en la hondonada del arroyo que le da nombre. Pasará por Santa Ernestina, antiguo centro poblado y estancia “Beti Lan”, (en euskera: “Siempre trabajo”) que nos recuerda la inmigración vasca que vino atraída por la minería y su entorno. El poblado llegó a contar con 2000 habitantes.

Al pasar por la zanja Santa Bárbara, recuerde que en sus aguas, si se esmera y decide mojarse, podrá encontrar pepitas de oro. Y si conoce la zanja “Dos Inforcados” (De los Ahorcados), volverá al duro pasado de la represión de la huelga minera de 1880, donde se dice ajusticiaron a los obreros contestatarios.

Minas de Corrales lo esperará con su vida peculiar: lo típico de un pueblo del interior rural, pero en convivencia natural con la explotación minera. Criollos a caballo y vehículos especiales de la Compañía, ofrecen un contraste único: tradición y modernidad que no se oponen, sino se complementan.

El trazado de las calles lo obligará a un buen ejercicio, una vez que deberá desafiar las lomas por las que los mineros fueron edificando sus viviendas desde fines del S. XIX.

El paraje Corrales, sin embargo, ya era mencionado en documentos Artiguistas. Lugar apto para vaquerías, estos campos pertenecieron a Manuel Artigas; posteriormente le fueron adjudicados a Juan Antonio Lavalleja.

Si se anima, intérnese en una de las galerías que están en las márgenes del arroyo Corrales. La fresca humedad, la oscuridad del ambiente, le permitirán imaginar la durísima vida del minero del pasado.

Pero si su espíritu de aventura no es tan amplio, pasee por la calle Ana Packer y simplemente, admire el paisaje del Corrales, que corre a sus pies entre murallones de piedra y vegetación. Esa vista magnífica le valdrá la estadía.

Ahí también verá “El Polvorín”-resto de la muralla que contenía el material explosivo de una compañía minera inglesa-. A su espalda, podrá conocer una construcción de MEVIR absolutamente única en su tipología, acompañando los desniveles de ese cerro que la alberga.

El antiguo comercio del francés Etchart, posterior Cooperativa de frutos del país, le recordarán el esplendor de este poblado que supo tener un Club Social, el 25 de Agosto, inaugurado en 1909, que atraía a lo más graneado de la sociedad regional y montevideana, por la magnificencia de sus bailes. Junto al Club de los Trabajadores, albergaron a todo el espectro de habitantes de la zona.

Conozca el Hospital Ana Packer de Davison, cuya construcción más antigua data de 1928. Único del país que lleva el nombre de una mujer enfermera. Ubicado en su esquina, el grupo escultórico dedicado por los habitantes a quien fuera uno de sus médicos más queridos: el Dr. Enrique M. Ros.

A su frente, la magnífica Escuela 4, hermosamente conservada por generaciones de alumnos, desde hace 60 años.

En el centro de Minas de Corrales, sobre la Avenida principal Dr. Francisco Davison, el monolito recordatorio ofrecido por los corralenses emigrados, cuando se cumplieran los 75 años de la declaración de Pueblo. Edificios emblemáticos como el Club 25 de Agosto, Banco República o BPS. Podrá ver, todavía, la Estela Rotaria, colocada en honor a los referentes sociales que tanto impulsaron obras de la trascendencia del Liceo Local, por ejemplo. Y para la memoria del pasado minero, a lo largo del cantero central en toda su extensión, verá diversos elementos que fueron partes de máquinas de labor minera durante el S. XIX o partes de la primer represa hidroeléctrica de américa.

Embellecen aun más a esta Avenida, los monumentos a Don José Gervasio Artigas y al Dr. Francisco Davison: médico, filántropo e impulsor de una cooperativa obrera, la  obra es del escultor José Belloni, seguramente le hará compartir el recuerdo solidario de esta población que siempre afirmó que:

“TODO LO QUE FUE, EXISTE”.