La semana pasada estuve en Minas de Corrales.
Hacía más de 12 años que no visitaba mi pueblo… Es mucho tiempo. Lo sentía cuando al saludar a un amigo/a, me invadía el temor al preguntarle por sus padres, o por su esposa/o, o por sus hijos, o por sus hermanos…
El alcalde, persona a la que admiro mucho, por su capacidad de comunicación y fundamentalmente por su don de gente, me lo dejó claro en pocas palabras, al preguntarle por su familia; “han muerto todos…” y en esa respuesta estaban sus padres, sus hermanos y para mi fundamentalmente estaba “Tito” que fue compañero inseparable en la escuela, en el liceo y en muchas diabluras de gurises. Como seguramente haya visto pintado en mi rostro el asombro o el desconcierto ante esa realidad, sus ojos se iluminaron, se permitió una sonrisa franca y benévola sentenciando nuevamente: SE HAN MUERTO TODOS… VOY QUEDANDO YO SOLO.
Empecé a sentirme un poco más viejo… más vulnerable, menos optimista…
Durante una reunión con las personas más representativas del pueblo, descubrí que muchos eran de mi generación, pero igualmente confundí algunos nombres -desde aquí vaya mi disculpa- descubrí gente nueva, diferente… Pero en cada rostro cansado, en cada arruga o en cada cana; fui entendiendo cada vez más que el niño corralense que todos llevamos dentro había dejado paso hace mucho tiempo a la madurez insobornable de los años.
Nos hemos hecho mayores…
Sin embargo allí estábamos con la misma ilusión de aquellos gurises corralenses de antaño al compartir la alegría de sus juegos, la ilusión de sus vidas y por encima de todas las cosas compartir EL AMOR POR SU PUEBLO.
…Por estas cosas seguramente es que el escultor Juan José Belloni inmortalizó para nuestro pueblo el busto del Dr. Francisco Davison. Por ser filántropo, generoso y por haber dejado de buscar el oro en la piedra, para buscarlo y encontrarlo en el corazón de los corralenses. Porque aunque los años nos hagan mayores;
LO QUE FUE EXISTE…
Julio César Ilha