El loco Nicanor…

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Don Nicanor, hombre de raza negra, de cuerpo fibroso y ágil, de mirada incisiva y dura, exploratoria, a veces amenazante, era un personaje de nuestras calles, que estaba integrado a nuestro entorno, a nuestra realidad cotidiana. Lo veíamos pasar en la mañana o a veces en la tarde, frente al colegio o frente al antiguo liceo. A veces aparecía del campo de Don Neclea, con un sombrero en la cabeza, tipo boina, con algún trozo de algo en las manos, a veces un latón, a veces un palo o una vara, a veces una botella… Siempre hablando, siempre gesticulando, como si estuviera conectado a otra dimensión, a otra realidad y a otro tiempo.

Los gurises más chicos le teníamos miedo, los más grandes le hacían “judierías” de muchachos, y a los mayores le resultaba indiferente. Con esta indiferencia como marco este personaje pintaba un cuadro de fantasías, de historias y de vivencias. “El loco Nicanor”, “Nicanor el negro loco”, o de las muchas maneras que teníamos de nombrarlo, hoy, a la distancia de los muchos años que han pasado, y leyendo hermosas historias de personajes especiales y actuales de nuestro pueblo, escritas por el poeta Dany RosaCruz, me viene a la mente este personaje imbuido en su “locura”, con sus ropas harapientas, con su olor fuerte y penetrante y con su andar nervioso por las calles de nuestro pueblo. Con sus continuos y discordantes discursos, con su alegato permanente de hombre de la calle, sin techo, sin luz y sin esperanza…

No puedo dejar de pensar que en sus formas, su imagen y sus gritos, Nicanor, ciudadano de nuestro pueblo, representaba nuestra propia insensibilidad, caminaba y deambulaba cada día delante de nuestra mirada, a veces inquieta, a veces picaresca, a veces indiferente… pero muy pocas veces HUMANA!

Si fuéramos sensibles con esa locura humana, si empatizaramos con esos personajes de la calle, quizás, en algún momento, un político pensara en hacerle un homenaje especial a estos coterráneos, en forma de un refugio, un monumento o una simple imagen que sirviera para recordar que esos muchos personajes fueron parte de nuestra historia y su locura, seguramente, formará parte incuestionable de nuestra propia cordura.

Julio César Ilha